PEn la mayoría de los entornos que nos desenvolvemos diariamente, nos
encontramos divididos y agrupados.
En el colegio, nos relacionamos con personas de una edad similar y
muchas veces incluso de un mismo estrato social. Esto hace que la diversidad de
nuestra cotidianeidad sea escueta y limitada.
Gran parte de nuestra instrucción se enfoca en aprender sobre
contenidos técnicos y las habilidades relacionales son solo necesarias para que
podamos coexistir en un marco que no impida el aprendizaje de las cuestiones
duras.
Sin embargo, el Taekwondo es un balance entre conducta y técnica. Un
estudiante no es capaz de progresar o destacar si su capacidad de vincularse
socialmente dentro y fuera del dojang no es tan buena como su habilidad técnica.
El relacionamiento con compañeros y compañeras de distintas edades,
géneros y etnias, es tan o más importante que las capacidades físicas que pudiera
desarrollar.
Sumado a esto, el taekwondo refuerza aquellos vínculos que no se
desarrollan entre pares. Nuestros profesores, nuestros padres, aquellos
compañeros y compañeras que revisten una categoría mayor; son parte de nuestra
vinculación social, pero no a nuestro mismo nivel. Es por esto necesario el refuerzo
que se hace sobre el respeto, la escucha activa, la capacidad de aprender de la
experiencia ajena de aquellos que conocen y saben más.
Por otro lado, nuestros hijos, nuestros hermanos menores, nuestros
alumnos, nuestros compañeros y compañeras con una categoría menor. Ellos
también forman parte importante de nuestra vida, y nuestra vinculación con ellos es
igual de significativa. La paciencia, la capacidad de enseñar, el respeto y cuidado;
son habilidades necesarias para poder generar un impacto positivo.
El Taekwondo trabaja activamente nuestro lado social. Somos seres
sociales, pero no necesariamente competentes en la materia. Nuestra capacidad de
relacionarnos de forma sana es una habilidad con potencial de desarrollo y
debemos ejercitarla con esa perspectiva clara.
Nuestra capacidad para desenvolvernos socialmente con pares y
dispares a través del trabajo colaborativo y la competencia son fundamentos para
una vida social sana.
Si pensamos en los principios del taekwondo, veremos claramente que
la cortesía y el autocontrol tienen una veta orientada a lo social. La cortesía sobre
todo como el principio rector de nuestra conducta social, trascendiendo su
importancia entre semejantes que van desde aliados a rivales. El autocontrol que
nos permite moderar no solo la conducta del cuerpo sino también la del
temperamento, permitiendo que nuestras habilidades se desarrollen con
responsabilidad y nunca hacer abuso de ellas; cuidando a los que nos rodean y
evitando que en muchos casos nuestras emociones negativas conspiren contra
nuestros vínculos sociales.
El Taekwondo es importante desde una perspectiva social porque la
perspectiva social es importante para el taekwondo. En su práctica promovemos
vínculos sanos y positivos que en su conjunto nos llevarán a tener una sociedad
cada día mejor.